lunes, 29 de julio de 2013

Siete errores que no hay que cometer en una entrevista de trabajo

Las entrevistas de trabajo no suelen tener una gran duración, pero precisamente por eso los errores que pueda cometer el entrevistador tienen un gran peso y puede llevarle a hacer una valoración equivocada sobre el candidato.

Para evitarlo debemos asegurar la creación de un ritmo de trabajo relajado y tranquilo, planificando una duración suficiente y un lugar adecuado, además de preparando la entrevista para evitar en lo posible la improvisación.

El error está en el detalle
Una entrevista laboral se puede estructurar, pero aún así el error puede aparecer en los pequeños detalles. No debemos pensar que por ser pequeños no son relevantes. Así, encontramos los siguientes:
Un saludo seco. Algo tan básico como el saludo puede marcar la actitud del entrevistado, por lo que hacerlo de forma seca o desinteresada puede desanimarle o hacerle sentir incómodo.
No tomar notas durante la entrevista nos impedirá despejar todas las dudas ni realizar valoraciones a posteriori. No debemos confiar en exceso en nuestra memoria.
Tomar demasiado protagonismo. Las entrevistas deben servirnos para hacer un retrato del perfil del candidato, por lo que debemos permitir que se exprese y que hable más que nosotros.
No despejar dudas. Si no tomamos notas y tomamos demasiado protagonismo, este error cae por si mismo, aunque puede cometerse aún sin cometer dichos errores. Tenemos que hacer preguntas cuando existan sombras sobre cuestiones importantes para el puesto o vacíos de información en lo comunicado por el candidato. Igualmente debemos despejar las que tenga
No usar un cuestionario tipo es un error bastante habitual que puede hacer que las entrevistas difieran demasiado una de otras, haciendo que el proceso no siga un guión específico con el que juzgar la idoneidad de todos los candidatos por igual. Aún así, la presencia de un cuestionario no significa que no podamos abrir la conversación de forma natural.
Dar vueltas en círculos es un error común en las entrevistas mal preparadas. Debemos tratar de ir al grano y evitar que la conversación se prolongue de forma no productiva, ya que muestra desinterés, confunde al candidato y no nos proporciona elementos de juicio.
No darle importancia a la despedida. Hay que ser amables hasta el final del proceso y comunicar con el candidato posteriormente ya sea elegido o no. La imagen de la empresa también se expresa en las entrevistas.

Con una buena planificación y dando la importancia que merece la entrevista, estos errores no deberían aparecer. Aún así es bueno recordarlos de vez en cuando porque en algunos casos hablamos de pequeños detalles que podemos dejar de considerar con el paso del tiempo.

viernes, 26 de julio de 2013

El monedero electrónico en el móvil, un misterio que no se use más

Una de las cuestiones de las que se lleva tiempo hablando y todavía están por popularizarse son los sistemas de monedero electrónico en el móvil. Se trata de una forma sencilla para el consumidor para realizar pagos de forma rápida, cómoda y segura. Para el comercio es una oportunidad para explotar y conseguir fidelizar al cliente, ya que además de pagar podemos aprovechar otras características que nos permiten los teléfonos móviles de los usuarios.

Si todo son ventajas, ¿por qué no está más extendido o no lo utilizamos a diario a nivel de la calle? Esta es la pregunta que muchos podrían hacerse, tanto usuarios como comercios que podrían mejorar sus ventas gracias a este tipo de sistemas. Son múltiples los factores que se pueden dar, pero entre ellos destacaría por encima de todo que el nivel de uso de las tarjetas de crédito se encuentra muy extendido en nuestro país.

A esto se suma también que el número de cajeros que hay distribuidos es muy alto, por lo que siempre está a mano un lugar donde podemos obtener efectivo. Por último añadiría que la mayoría de los comercios ya han realizado inversiones o tienen en marcha TPVs para el pago con tarjeta de crédito, lo que para las cantidades más altas resuelve en el mayor número de casos el problema.

Tendencias en el uso de los monederos electrónicos
Sin embargo existe una ventana de oportunidad para esos pagos menores de menos de 20€, que es donde parece que el monedero electrónico integrado en el móvil tiene una oportunidad para acceder al mercado. Por lo menos en el sector de entrada. Después ya es posible que el usuario se acostumbre y acabe por pagar con este método compras por un valor mayor.

El principal problema es que para el usuario de la calle se puede producir cierta confusión entre las distintas plataformas que hoy por hoy intentan hacerse un hueco en el mercado,Google Wallet, el Passbook de los iPhones o las propuestas de distintos actores en los pagos como Visa o PayPal, por citar algunos ejemplos. Es un mercado emergente y no acaba de imponerse ninguna, con lo cual tampoco hay una solución más o menos estándar que sea imitada por el resto.

Además muchas de estas soluciones hacen uso de la tecnología de comunicación por proximidad, el NFC (Near Field Communication) que permite realizar el pago sólo con acercar el móvil que tiene soporte para esta tecnología al terminal de pago. Y esto es un problema, ya que esta tecnología no la incorporan todos los terminales, sino los más avanzados. Esto reduce, por el momento, el número de clientes potenciales que podrían realizar pagos con este sistema.

Y ¿quién está apostando por esta tendencia? Pues tenemos a distintos actores ya sean compañías de tarjetas de crédito, sistemas operativos móviles, como Android o iOS, o dicho de otra manera Google y Apple, que además ya cuentan con datos de pago de millones de usuarios para poder comprar en sus tiendas de aplicaciones. También las compañías de comunicaciones quieren una parte del negocio.

Ventajas para el cliente del uso del monedero electrónico
Pero, ¿cuáles son las ventajas para el consumidor? Pues una de ellas es la rapidez. Imaginemos un gran centro comercial, en Navidades o en rebajas. Un momento donde se generan grandes colas y consumidores que dejan de comprar simplemente porque no quieren esperar tanto tiempo. Un par de terminales de cobro por proximidad pueden ayudar a agilizar los pagos y no perder estas compras.

Otra de las cuestiones interesantes es que el móvil se ha convertido en un elemento tan imprescindible que siempre viaja con nosotros. Nos podemos olvidar incluso la documentación pero el teléfono móvil será raro que nos lo olvidemos. Y si podemos pagar con él, siempre tenemos la posibilidad de realizar pagos.

Pero además el pequeño comercio tiene capacidad para detectar enviar descuentos y ofertas para los clientes, lo que permite la fidelización de los mismos. Hoy por hoy esta es una herramienta que utilizan mucho las grandes superficies, pero que en el caso de pequeños negocios no está tan explotada. Una compra que automáticamente nos genera un descuento de X en la próxima que realicemos incitará al cliente a volver o aprovechar este descuento antes que buscar una alternativa.

Por último, permite al usuario un control del gasto de forma sencilla para los usuarios, sobre todo esos gastos menudos que luego no sabemos dónde se han ido y el resultado final es que tenemos que volver a pasar por el cajero para tener un poco más de liquidez.

Un sector en crecimiento pero con algunas incógnitas por resolver
Una parte del futuro de los pagos con monedero electrónico tiene que ver con el de las tarjetas de credito. Pero sobre todo con la extensión de alguna de las grandes plataformas que apadrinan el pago por móvil o el soporte para el NFC en la mayoría de los terminales que están en el mercado, algo que llegará poco a poco.

Pero también tiene que ver con la madurez del servicio y los hábitos de pago, algo que sólo se logra con un poco de tiempo. En este sentido la expansión de los teléfonos móviles hace que sea factible su extensión masiva. Depende mucho del grado de utilidad que entre todos los actores consigan darle, tanto para usuarios como para comercios.

miércoles, 24 de julio de 2013

Claves para una buena comunicación interna

La comunicación en la empresa ya se sabe que es de vital importancia para que las cosas marchen bien. Comunicar es necesario en todos los ámbitos y a todos los niveles, entre personas de distintas características, por lo que no resulta una tarea trivial, sino que debe ser ejecutada con criterio.

A nivel interno, la importancia sigue siendo alta. La comunicación interna en la empresa es una herramienta necesaria para coordinar todos los niveles de la organización, desde los socios, hasta la última persona que se haya incorporado al equipo. En esta entrada, vamos a ver algunos puntos que ayudan a garantizar que se comunica bien a nivel interno en la empresa:

Entender la comunicación como un proceso
La comunicación debe ser entendida como un proceso, el cual requiere una estrategia y el despliegue de unos medios para soportarla. La comunicación es un proceso y como tal, debe ser “parametrizado” en función de factores como el destinatario y del tipo de mensaje.

La comunicación no debe ser entendida como una obligación o como una distribución de secretos empresariales. Debe ser interpretada como algo natural, que es necesario para que los engranajes de la empresa estén a punto y todo funcione como debe. Comunicar es importante, para que las personas puedan estar alineadas, buscando un único objetivo común.

Modular el mensaje
El mensaje a transmitir debe ser siempre modulado en función del destinatario al que se envía. No es lo mismo dirigirse a los socios en una junta de accionistas, que hablar con un empleado recién llegado, que hacerlo con otro que lleva años trabajando con nosotros. No es lo mismo hacerlo a un colectivo, que hacerlo a una única persona. Tampoco es lo mismo comunicar buenas que malas noticias, o derechos que obligaciones.

El mensaje a transmitir y el destinatario son los dos factores principales que condicionan la manera de comunicar. Además, hay factores adicionales, como el entorno, que pueden requerir que una comunicación se haga con una especial sensibilidad. Por ejemplo, cuando desde la empresa se dirige a un empleado que acaba de recibir una mala noticia a nivel personal por motivos médicos.

Siempre hay que construir una comunicación adecuada al receptor del mensaje, con el objetivo de que cada uno pueda comprenderlo de la manera más eficiente posible
La comunicación interna debe apoyarse en herramientas adecuadas

Una buena comunicación requiere herramientas acordes con el mensaje que se quiere transmitir. La comunicación de palabra, un blog interno, el correo electrónico, una carta, entre otros, son canales que deben combinarse para que el mensaje llegue en todo momento sobre el soporte adecuado.

La comunicación de palabra es un canal que no siempre se usa de manera adecuada. A veces, se comunican cosas por este canal que no deberían y, en otras ocasiones, se peca de todo lo contrario, de no hacerlo. Comunicar las buenas noticias de viva voz y a los cuatro vientos, es algo sencillo. Cuando las cosas pintan mal, las palabras no fluyen con tanta facilidad y cuesta más dirigirse a otras personas de manera directa con la palabra.

Un ejemplo lo tenemos a la hora de hacer despidos: hay quien decide despedir a personas que han trabajado bien por carta, por email o incluso por medios tan poco personales como el sms; y hay quien decide hacerlo bien, usando la comunicación verbal para explicarle a la persona cesada que no hay un sitio para ella en el equipo.

Un último apunte sobre las herramientas es que para soportar bien la comunicación no hace falta que sean complejas, ni siquiera hace falta que sean las más potentes del mercado, sino todo lo contrario. Basta con aplicar el sentido común y usar medios y plataformas sencillos que permitan incorporar mensajes desde el emisor para que lleguen de manera adecuada a los destinatarios. Herramientas tan sencillas como una lista de correo, un blog o un boletín, permiten que la comunicación fluya de maravilla.
La comunicación interna necesita ritmo

La comunicación requiere ritmo para que la información circule con fluidez. Hay información puntual, que surge cuando surge, pero otra que es cíclica (resultados mensuales, nuevos clientes, altas y bajas en la empresa, entre otras) y que es bueno que se comunique de manera periódica para que todos los colaboradores puedan disponer de su dosis de información cada cierto tiempo.

Recibir una dosis de información programada hace que la gente incorpore como tarea informarse sobre la empresa en su agenda, lo que favorece que las personas dispongan de una mejor visión del negocio y puedan aportar en aquellos puntos donde se vean capaces.

Hay que favorecer la comunicación informal
Las plataformas de comunicación resultan muy útiles y la comunicación formal que contienen queda muy “bonita”, pero se necesita algo más. Ese algo más es la comunicación informal, es decir, la que se produce entre las personas pero que no está sujeta del todo a los parámetros del entorno de trabajo. La empresa necesita favorecer la comunicación informal, con el objetivo de que haya una mejor conexión, más íntima, entre las personas que colaboran en los distintos equipos.

En el trabajo se pasan muchas horas cada día, por lo que conviene que la empresa ponga algo de su parte para favorecer la comunicación informal que permite conectar a sus colaboradores con asuntos que nada tengan que ver con el negocio. En este sentido, disponer de espacios para el descanso (salas para comer o para tomar un tentempié durante la jornada) y organizar eventos (cenas, excursiones, charlas, deporte, entre otros), favorecen la comunicación informal, necesaria como cualquier otra.

lunes, 22 de julio de 2013

Lo feo de las inversiones inmobiliarias

La inversión inmobiliaria se ha visto durante muchos años como algo ideal. Comprar un piso para alquilar en la época de la burbuja parecía la forma ideal de hacerse rico. El valor de la vivienda subía y además teníamos unos ingresos recurrentes. Si podíamos alquilar una vivienda por 600 euros, tres viviendas nos darían unos ingresos brutos de 1.800, un sueldo con apenas esfuerzo, o tal vez todo lo contrario.

Pero lo cierto es que la inversión inmobiliaria en vivienda tiene unos aspectos bastante feos que no se suelen tener en cuenta por parte de aquellos que optan por invertir en viviendas o que heredan una y deciden mantenerla como inversión. De hecho, casi nadie suele mirar el lado oscuro de la inversión inmobiliaria.

Aspectos feos de la inversión en vivienda
Costes de transferencia: la vivienda como vehículo de inversión está sometida a unos fuertes costes de entrada y salida o de transferencia. Comprar una vivienda nueva nos requiere pagar IGIC y una usada el ITP y AJD, además de notario y dedicar cierto tiempo. No es raro que los pisos se hereden y no se quieran cambiar por otros más adecuados para el alquiler por los fuertes costes que tienen. Comparémoslo con comprar acciones cómodamente desde nuestro ordenador de casa.

Además arrendar una vivienda no supone exclusivamente firmar un contrato y recibir una renta, sino que hay que gestionar la relación con el inquilino o la comunidad de vecinos. Además el propietario es responsable de las reparaciones de la vivienda o el mantenimiento. Este tipo de gastos no se suelen tener en cuenta cuando se alquila una vivienda.

Por último está el tema de impagos. Aunque la mayor parte de los inquilinos pueden no dar problemas, es una minoría la que asusta a los propietarios de una vivienda. No hace falta llegar a extremos en el que el inquilino paga únicamente el primer mes y no se va hasta que es obligado judicialmente dejando la vivienda en malas condiciones, pero decirle a una persona que tiene que abandonar su casa durante años porque ya no se puede permitir pagarla, no es un plato fácil.

A pesar de ello, la inversión inmobiliaria puede ser una buena elección para mucha gente, no obstante, hay que ser completamente conscientes de los contras de la misma antes de lanzarse a alquilar, cuando tal vez otras opciones (como la bolsa, los fondos de inversión, la deuda pública…) se adapten mejor a nosotros.

martes, 16 de julio de 2013

Lo que hay que saber sobre el contrato en prácticas del primer empleo

El contrato en prácticas para el primer empleo se encuadra dentro del marco contractual de prácticas ya existente, permitiendo ahora que las empresas contraten a personas menores de 30 años beneficiándose de una reducción del 50% de la cuota a la Seguridad Social por contingencias comunes en dichos casos. Por tanto, estamos ante ayudas para aumentar el número de contratos a jóvenes.

Además, si la empresa decide contratar en prácticas para el primer empleo a personas que actualmente estén desarrollando prácticas no laborales en la organización (es decir, que no tienen contrato con la empresa), por estos nuevos empleados la bonificación se ampliará hasta el 75%.

A diferencia de los contratos de prácticas y de prácticas para el primer empleo, hablamos de una relación no laboral, a que no existe relación directa con la empresa. Se puede aplicar a jóvenes de entre 18 y 25 años, desempleados e inscritos en el SEPE, que posean una titulación universitaria, de formación profesional, de grado medio superior o equivalente.

Además, estas personas no deberían haber tenido ninguna experiencia laboral superior a tres meses en la misma actividad, sin tener en cuenta las prácticas realizadas para obtener su título. En definitiva, hablamos de un modelo que ofrece experiencia laboral, pero que el gobierno nos está invitando a abandonar a favor del contrato en prácticas para el primer empleo.

Todo lo relacionado con este tipo de prácticas se puede encontrar en el Real Decreto 1543/2011 de 31 de Octubre de 2011, con el que se regularon dichas prácticas.

¿Qué supone el contrato en prácticas para el primer empleo?
Sin tener en cuenta las prácticas no laborales, hay dos modalidades de contrato: la tradicional y la de primer empleo. Entre ellas existen algunas diferencias importantes.

La principal radica en la edad de los trabajadores que pueden ser contratados, ya que en el formato tradicional no se establece ningún tipo de límite, ya que solo se atiende al tiempo que haya pasado desde la finalización de los estudios: que no hayan pasado cinco años desde dicho momento, o siete en caso de personas con discapacidades.

Además, el formato tradicional no cuenta con bonificaciones. El único caso en el que existe una bonificación en este caso sería en el momento de la transformación en un contrato indefinido, con 500 euros en el caso de los hombres y 700 en el de las mujeres.

El contrato para el primer empleo establece un margen de edad que termina a los 30 años, sin contar con periodos mínimos desde el fin de los estudios, y con bonificaciones del 50 o del 75% según el caso, como ya hemos comentado. La bonificación se mantiene durante toda la vigencia del contrato.

No se establece ninguna limitación ni condiciones adicionales para concertar estos contratos, ya que no se obliga al empresario a mantener el nivel de empleo alcanzado con las nuevas contrataciones, al contrario de lo que ha sucedido con los otros contratos que han surgido este año.

Para poder disfrutar de las bonificaciones propias del contrato en prácticas para el primer empleo, debe formalizarse la relación mediante el modelo PE/176 del SEPE, marcando las opciones que hacen referencia a la edad del empleado en prácticas y a los requisitos necesarios para acceder a las bonificaciones citadas.

Estas se aplicarán automáticamente al realizar los modelos TC1 y TC2, si hemos completado correctamente el modelo PE/176.

Puede establecerse un periodo de prueba para estos empleados, tanto en las prácticas tradicionales como para las de primer empleo, se podrá establecer un periodo de prueba. Siempre que, por supuesto, no lo prohíba el convenio colectivo aplicable de forma expresa.

En cuanto a su duración, no podrá ser superior al mes cuando los empleados en prácticas posean un título de grado medio o certificado de profesionalidad 1 o 2, ni mayor a dos meses cuando posean un título de grado superior o certificado de profesionalidad de tipo 3. Recordamos además que, una vez finalizado el periodo de pruebas, no podrá abrirse uno nuevo y que este contará a efectos de antigüedad.

La retribución del trabajador en prácticas, sea en su modalidad tradicional o de primer empleo, no podrá ser menor al 60% del salario mínimo (o salario fijado por convenio para dicha categoría o puesto) durante el primer año de contrato, ni menor al 75% del mismo durante el segundo.

lunes, 15 de julio de 2013

La trampa de la productividad en las empresas

Vivimos la era de la distracción y de la sobreestimulación. Muchos son los riesgos de caer en una improductividad manifiesta, también en el plano empresarial. En el día a día, son muchas las trampas que se deben esquivar para mantener intacta la productividad en cualquier compañía. El correo, las reuniones o las redes sociales son algunas de las que vamos a desgranar.

Correo electrónico
Es, quizás, la trampa más potente de las que la empresa y el profesional se pueda encontrar a diario. Si en su gestión no reina el control exhaustivo en el uso, la mesura y el sentido común para organizar su consulta puede ser una herramienta que robe, a la postre, mucho más tiempo del que nos podemos imaginar a priori. Sólo tienen que comprobarlo un día normal en el que no haya una planificación: sumen el tiempo que le dedican a consultarlo.

Imponerse horas concretas para su consulta; eliminar las notificaciones push, para evitar la tentación a pinchar y la potencial distracción; cambiar el chip y pensar que contestar al minuto no significa hacerlo mejor son algunas de las medidas que se pueden tomar para esquivarla.
Reuniones inservibles
Celebrar reuniones para cualquier cuestión no implica, en absoluto, ser más productivo y avanzar en los asuntos pendientes. En la mayoría de las ocasiones significa justo lo contrario: una pérdida de tiempo evidente. Y lo es cuando se trata de ‘despachar’ asuntos a través de reuniones, cuando, probablemente, sea necesario, como mucho, un correo electrónico.

Hay que medir muy bien los encuentros que se celebran, los contenidos, el tiempo que se les dedica y los objetivos. Es la mejor manera de enfrentarse a ellas de una manera productiva y, por tanto, haciendo una selección natural y celebrar sólo las que son estrictamente imprescindibles.
Interrupciones de compañeros
Según diversos estudios, las interrupciones de compañeros en la oficina son una de las causas de pérdida de tiempo y, por ende, de productividad más sufridas. Si la plantilla es extensa, pueden ser muchas las ocasiones en las que alguien se te acerque para hablar, ya sea un tema importante o una nimiedad.

En estos casos, se debería establecer un ‘pacto’ a través del cual las interrupciones sean por motivos urgentes. Si es posible, avisar para que no den entrada a llamadas y advertir a los compañeros de que necesitas concentración. No hacerlo puede convertirse en una trampa, porque recuperar el foco tras varias interrupciones en la mañana puede implicar una reducción importante de la productividad.
Redes sociales
El uso de las redes sociales en la empresa puede ser positivo. Prohibir su uso no tiene por qué ser la salida para evitar que se conviertan en una trampa. Sí que es necesario un cierto control y un acuerdo tácito para que no sean una fuga interminable de tiempo. Para ello hay que implicar a toda la plantilla, formarla, sin prohibiciones que serán, a todas luces, contraproducentes.
Sin objetivos
A veces, las empresas (y, de forma indirecta, sus trabajadores) yerran al no plantear unos objetivos claros en su estrategia. No colocar unas metas concretas a corto, medio y largo plazo hace que, en cierta manera, se pierda el sentido al esfuerzo y se diluyan por tanto las razones para la organización del día a día. Es por eso que la planificación con deadlines concretos puede ser muy útil para recuperar esa motivación y, por tanto, esa productividad necesaria.

Como se puede ver, se trata de cinco trampas que pueden ser esquivadas con medidas concretas. Obviarlas puede hacer que, casi sin percatarse, la fuga de productividad sea inevitable.

lunes, 8 de julio de 2013

La terrible realidad de los parados mayores de 45 años

En el primer trimestre de 2013, la Encuesta de Población Activa arroja un dato que por conocido no es menos llamativo. Contamos con unos 31 millones de individuos entre los 16 y los 65 años – aquellos a los que comúnmente denominamos individuos en edad de trabajar. Al desagregar este colectivo por edad, se observa que sólo el 22% tiene menos de 30 años, el 39% tiene entre 30 y 45 años y el 38% tiene más de 45 años. Estamos hablando prácticamente de 12 millones de individuos entre 46 y 65 años, lo que revela el enorme proceso de envejecimiento en el que nuestro país y en consecuencia, nuestro mercado laboral, está inmerso. Sin embargo, no todo este colectivo está activo, es decir, ocupado o desempleado. En concreto, unos 6.200.000 son ocupados y 1.675.072 son desempleados. Aunque solo fuera por su magnitud, este grupo de individuos mayores de 45 años que o bien trabajan o quieren trabajar pero no pueden merece una atención. De ellos me ocuparé en esta entrada.

Al analizar en detalle a este colectivo, uno se sorprende por una serie de datos que no son precisamente muy halagueños.
El primer dato que quiero mencionar se refiere a la evolución de la magnitud de este colectivo. La siguiente figura da cuenta de la enorme escalada que se ha producido en el número de desempleados de esta franja de edad:


Si consideramos el cambio ocurrido desde 2007, el número de desempleados de esta edad se ha multiplicado por cuatro, es decir, por cada desempleado de esta edad en 2007 hoy tenemos más de cuatro.

El segundo dato relevante es su distribución por edad: No es lo mismo que la mayoría de este colectivo esté cercano a la jubilación o que se encuentre cerca de los 45 años. Lo que la figura de abajo revela es que la inmensa mayoría de estos desempleados (casi el 75%) tienen menos de 55 años y en consecuencia están lejos de la edad oficial de jubilación.

Un tercer dato importante se refiere al nivel de estudios que este colectivo presenta. El siguiente cuadro ofrece esta información para el último dato disponible, que es el primer trimestre de 2013.

El dato más preocupante de esta tabla es claramente que casi el 70% de los desempleados mayores de 45 años no tiene un nivel educativo más allá de la educación obligatoria.

El cuarto y último dato no menos demoledor se refiere al tiempo de permanencia en el desempleo de este colectivo. El siguiente gráfico nos ofrece la distribución (%) de los desempleados mayores de 45 años (tanto en 2007 como en 2013) según el tiempo que llevan desempleados.

El que uno de cada tres desempleados mayores de 45 años lleve más de tres años en esa situación es ciertamente demoledor. Si bien esto sucede tanto en 2007 como en la actualidad, la magnitud absoluta de cada colectivo no tiene nada que ver. En 2007 hablamos de algo más de 100 mil individuos, mientras que en 2013 hablamos de medio millón de personas.

Y la pregunta del millón: ¿Qué se puede hacer para que este colectivo, la mayoría de ellos menores de 55 años, pueda volver a encontrar un empleo? Sin el diseño de políticas activas dirigidas específicamente a este millón largo de individuos cuya formación reglada es claramente insuficiente será del todo imposible que se reincorporen al mercado laboral.

Sin embargo, junto a medidas que mejoren la empleabilidad de estos trabajadores, es necesario que las empresas demanden sus servicios. Y por lo que el Observatorio Laboral de la Crisis revela trimestre tras trimestre, su edad supone en sí misma una desventaja casi insuperable para que una empresa acceda a contratarles. ¿Se debiera, tras una adecuada formación, bonificar su contratación (indefinida) suficientemente para que su contratación fuera claramente atractiva para las empresas? Sinceramente, creo que sí. Si no, me temo que por mucha formación, incluso adecuada, que se ofreciera a estos trabajadores, su edad será siendo una barrera infranquable para su contratación. Si debiéramos empezar por un colectivo al que pudiera aplicarse una “tarifa reducida” indefinida suficientemente atractiva en las cuotas a la SS, creo que se debiera empezar por estos trabajadores. No podemos permitir que a esta edad se queden ellos y en muchos casos sus familias enteras excluidos del sistema, viviendo en el mejor de los casos de unos subsidios que les condenan a la marginalidad.

Planteo esta opción como experiencia piloto. El colectivo es suficientemente importante como para que esta posibilidad se explore seriamente, se cuantifique y se estudie su posible implementación.