miércoles, 20 de marzo de 2013

Penalizar el ahorro es una mala idea

Papá Estado siempre se ha empeñado en sobreprotegernos. Y ya si unes varios papás Estados y creas un “EuroPapáEstado”, la protección se convierte en asfixia. El problema es que para que esta protección sea efectiva es necesario que una parte del dinero que ganamos con el sudor de nuestra frente llegue a manos de nuestros protectores, muchas veces sin tocar las nuestras propias y siempre sin pedirnos opinión. Nos referimos, como no podía ser de otra forma, a los impuestos.

Con el caso de Chipre, la confiscación impositiva se ha manifestado en su máximo esplendor y se ha convertido en un ultraje económico sin precedentes: el objetivo ahora es gravar el ahorro. Los platos rotos de este país tendrán que ser pagados por los ahorradores que tienen allí depositado su dinero porque nuestros eurolíderes así lo han decidido. Las malas lenguas señalan que lo que se persigue es castigar a estos por llevar su dinero a un paraíso fiscal. Pero oiga, cada uno coloca sus ahorros donde le da la gana. Ya sólo faltaría que el intervencionismo llegase hasta ahí.

El ahorro es el resultado de restarle a los ingresos los gastos y los impuestos directos e indirectos, por lo que penalizar este equivale a mandar a hacer puñetas el sistema económico sobre el que sustenta nuestra sociedad. Pues si pese a la enorme cantidad de impuestos que ya pagamos ahora aparecen otros nuevos para gravar el ahorro, ¿qué opción tenemos para mantener a salvo el poco dinero que nos sobra?

De esta crisis económica sólo saldremos con crecimiento y este jamás lo conseguiremos si penalizamos ya no sólo el consumo, sino también el ahorro. El modus operandi de la Unión Europea para resolver este desaguisado no puede ser más nefasto. El proyecto europeo se viene abajo porque los países ricos se han empeñado en empobrecer sin piedad a los pobres. Quizás peque de pesimista, pero mucho me temo que el futuro no es nada esperanzador.

¿Ahorras o inviertes?

Las palabras son importantes. A veces nos encontramos con términos que parecen idénticos pero no lo son, al menos para ciertas personas o en ciertos contextos. Y al revés, conceptos que parecen distintos no acaban de serlo tanto cuando rascamos la primera capa de pintura de sobreentendido. Por ejemplo, ¿qué es ahorrar y qué es invertir?

Vamos a darle un par de vueltas a estas preguntas. Tiraremos del diccionario de la RAE, de la concepción a pie de la calle, de la normativa comunitaria, etc. Por fín creeremos tenerlo claro. O tal vez no, pero eso será secundario, siendo lo importante lo que descubriremos mientras vamos haciendo este camino. Y es que lo importante en la vida no son las respuestas, lo fundamental son las preguntas que nos hacemos.

Tiramos de diccionario: ¿qué es ahorrar y qué es invertir?

Si buscamos en el diccionario de la RAE la palabra ahorrar nos encontramos con hasta ocho posibles significados. Si nos centramos en los relacionados con lo económico vemos que tres de ellos se refieren a las dos vertientes clásicas del ahorro, que podríamos denominar ahorro negativo y ahorro positivo.

Así, el ahorro negativo supondría una disminución de costes: reservar alguna parte del gasto ordinario o evitar un gasto o consumo mayor.

El ahorro positivo estaría relacionado con la acumulación de efectivo: guardar dinero como previsión para necesidades futuras.

Obviamente ambos conceptos están íntimamente vinculados, de tal modo que el segundo se ve claramente influido por el primero. Pero nos vemos a centrar en el ahorro positivo, el más relacionado con la inversión.  De las cuatro acepciones de la RAE, la de contenido económico nos indica que es la acción de emplear, gastar, colocar un caudal.

Visto así, parece que ahorrar supone una primera fase de acumulación de capital financiero, más bien de carácter pasivo, mientras la inversión supondría la continuación de la anterior, desde un punto de vista activo, dándole uso a dicho capital.

¿Por qué nos hacemos estas preguntas?

Sin embargo, en cuanto apretamos un poco vemos que la supuesta claridad del diccionario no es tal: ¿acumular dinero en una libreta de ahorro, es ahorrar o invertir?, ¿comprar una vivienda es ahorrar o invertir?, ¿contratar un fondo de inversión es ahorrar o invertir?. ¿Creéis tenerlo claro? Lo veremos.

Antes de comprobar lo que cada cual entiende por ahorrar o por invertir quizás conviene pensar en el origen de la pregunta. ¿Por qué nos planteamos en si hay diferencia entre una cosa y la otra? Más allá de una cuestión de precisión lingüística, no es extraño escuchar expresiones del tipo “nosotros somos ahorradores, no inversores”, o “yo ahorro, pero no me atrevo a invertir”.

Como luego veremos, quien reclama ese tipo de marco lo que está haciendo es demandando una protección legal, un diferente régimen de tutela de sus derechos en los mercados financieros frente a quien se considera en un escalón superior.

Más allá del factor activo que asociábamos con la inversión, parecen confluir aquí otras tres características propias de la inversión: el riesgo, la complejidad y la rentabilidad.De algún modo parece que ha calado que el inversor es alguien que toma decisiones activas, asumiendo riesgos y estando acostumbrado a manejar productos o medios con cierta complejidad, todo ello en aras de unas expectativas de rentabilidad superiores.

El ahorro vendría ser todo lo contrario, productos sencillos, sin riesgo, y sin necesidad de una gestión personal por parte de su titular, con una rentabilidad moderada (con todo lo difícil que es precisar qué es eso).
El baremo MIFID

Podríamos entender que esta visión es la que ha ha trascendido en toda la normativa MIFID, encaminada a proteger al inversor en los mercados financieros.

La normativa MIFID, impulsada desde la UE y adaptada a las legislaciones nacionales tiene entre sus fines el de proteger a los clientes de las empresas financieras, estableciendo una serie de controles, de límites a la comercialización de determinados productos o servicios. Conviene quedarse con como distingue entre tres grandes tipos de productos financieros:

Productos No MIFID: depósitos bancarios a la vista, depósitos bancarios a plazo fijo, depósitos estructurados con garantía de capital, préstamos, seguros, productos de previsión (planes de pensiones, planes de previsión asegurados, etc..).

Productos MIFID no complejos: acciones, renta fija, fondos de inversión (salvo excepciones), Sicavs..

Productos MIFID complejos: acciones no cotizadas en mercados regulados, participaciones preferentes, depósitos estructurados sin garantía de capital, hedge funds, derivados, contratos de gestión de carteras, etc..

Así hay quien entiende que se ahorra en productos no MIFID y que se invierte en productos MIFID, complejos o no complejos, ya que estos últimos son los que el legislador considera más arriesgados y complejos.

Posiblemente haya quien se encuentra cómodo con el marco anterior, sin percatarse de lo limitado que es:

Sólo se refiere a productos financieros, dejando fuera del mismo a la vivienda, el oro, las materias primas, etc…

Dentro de los productos no MIFID hay un buen número de ellos que pueden implicar un riesgo cierto de capital y que no son sencillos, por ejemplo determinados productos de seguros o de previsión, o directamente los de financiación asociados a la inversión en activos tangibles.

Y si hablamos de riesgo, ¿es más seguro un depósito en una entidad financiera a punto de quebrar o un bono de una entidad financiera de primer orden?

Y es que el riesgo esta implícito en cualquier decisión del ahorrador o del inversor. El que acumula sus depósitos en una libreta de ahorro esta tomando decisiones y asumiendo riesgos, como el de la depreciación por la inflación o el de la devolución de dicho depósito. Más allá de de Fondos de Garantía de Depósitos o de garantías estatales ese ahorrador confía en la situación patrimonial de la entidad, o se entiende que lo hace. ¿Hay tanta diferencia con un inversor?

Podemos concluir con que si bien existen los dos perfiles, con la diferencias que hemos podido señalar, la graduación es de grises, es cuestión de tonos, no de blancos y negros.

Y tú, ¿eres ahorrador o inversor?

lunes, 18 de marzo de 2013

Chapuzas contables nacionales

No se si recuerdan en el pasado debate sobre el Estado de la Nación que la gran noticia que dio Rajoy fue que el déficit público el año pasado fue de menos del 7 %… y gran aplauso de la bancada pepera. Obviamente ese déficit era sin contar con el rescate bancario.

Pues resulta que no que la cosa tiene truco. El gobierno simplemente dio ordenes a la Agencia Tributaria de que parte de las devoluciones del IRPF, IVA e Impuesto sobre Sociedades se retrasen hasta enero o hasta el primer trimestre de este año. Y convirtieron un déficit del 7,22 % en uno del 6,74 %, es decir que transfirieron devoluciones por valor de 5.000 millones de euros para este año.

Ese 0,48 % del PIB (o 5.000 millones de euros) pueden parecer poco pero es más o menos lo mismo que se ahorró el Estado no pagando la paga extra de Navidad a los funcionarios.

Resumiendo que sin ese traspaso de devoluciones y si se hubiera pagado la paga extra a los funcionarios el déficit público hubiera estado en el 7,70 %.

El resumen es que después de tantos supuestos recortes y tantas protestas estamos más o menos donde estábamos hace año y medio. ¿Cómo espera el Gobierno reducir el déficit este año?

Que nadie piense que la crisis de deuda está resuelta y que la prima de riesgo ya no va a volver a alcanzar cotas preocupantes. No podemos seguir endeudándonos a un ritmo de 75.000 millones de euros al año y encima parece que el gobierno ha renunciado a ajustar el gasto público.


miércoles, 13 de marzo de 2013

Jueces contra reforma laboral

El PP hizo una reforma laboral tímida pero resulta que a los jueces no les gustó. Así que haciendo valer sus poderes están poniendo trabas a los ajustes de las empresas. Por ejemplo vean este caso. Y lo que argumenta el juez: La sala social del TSJC reprocha a la compañía que con la reducción de los salarios busca meramente “reducir costes en una empresa que obtiene beneficios globalmente”.

El juez parece no entender que la función de las empresas es ganar cuanto más dinero mejor… y que toda la sociedad se va a beneficiar de ello. El que una empresa obtenga beneficios “globalmente” no quiere decir que en una de sus lineas de negocio tenga pérdidas o sus beneficios sean mínimos.

Mucha gente argumenta, me he cansado de leerlo en los comentarios de las noticias y en los foros, que si se disminuyen los salarios disminuirá el consumo aumentará el paro y el déficit.

Lo que no tiene en cuenta la gente que opina eso es que el mercado es global, que la demanda no es local, ni es canaria, ni española, ni siquiera europea, sino global. Debemos competir en un mercado global.

Sería más bonito competir en el mercado global con tecnología y diseño pero desgraciadamente esas cosas no se improvisan y como no tenemos tiempo, deberemos competir durante unos lustros basándonos en el precio y en salarios relativamente bajos.

El problema, y lo que la gente parece no entender, es que si no bajamos los salarios ahora, ¡¡luego tendremos que bajarlos aun más!!

¿Por qué?

Es IM-PO-SI-BLE (Haciendo un pequeño simil a la expresión del buen amigo Pepu Hernandez)  mantener los servicios de una sociedad de 47 milloes de personas con el trabajo y los impuestos de 16,3 millones de personas. No en España, con el Estado del bienestar que tenemos y con la productividad que tenemos.

Entonces se abren dos opciones:

1.- Creamos empleo como sea, aunque se tengan que bajar los salarios.

2.- Seguimos engordando la deuda pública, seguimos aumentando los intereses de la deuda, seguimos aumentando los impuestos para financiar el gasto público… y en consecuencia bajamos los sueldos (reales).

Como ven en las dos opciones se bajan los salarios en la primera se crean empleos (que es la única manera de salir de la crisis) en la segunda nos metemos más en la boca del lobo.

Conclusión: que nos rescaten cuanto antes porque esto así no tiene solución.

martes, 12 de marzo de 2013

Más formas de mejorar la productividad

Las empresas deben incrementar la productividad de sus trabajadores al máximo, como es ya una urgencia en España y muchísimo más en Canarias. En Estados Unidos buscan aumentar esta productividad en 20% en 2013 y, en España, la falta de productividad hace su impulso aún más urgente y necesario. Además, con trabajadores más capaces y más productivos, las probabilidades de que pierdan sus trabajos disminuye. Bien para la empresa, bien para la economía y bien para el trabajador y su familia.

En la actualidad fabricamos productos y vendemos servicios de bajo valor, con escaso valor añadido, es por ello que con productos y servicios españoles compiten otros más agresivos en los mercados como los que proceden de países emergentes y hasta del Tercer Mundo. Es por ello que añadir tecnología y valor añadido a los productos hispanos sea una necesidad acuciante, pero que obliga a replantear el sistema formativo propio con la misma urgencia.

Para impulsar esta subida en la productividad de sus trabajadores, se propone varias medidas que impactarían en el lugar del trabajo para que este funcione en la dirección deseada. Resumo las medidas a continuación:

  • Acelerar el desarrollo de habilidades a través de papeles que promueven extender a los trabajadores, incluyendo promover el aprendizaje en el trabajo mediante el diseño de medidas de colaboración.
  • Ajustar las funciones de los trabajadores a la demanda y la oferta de sus actividades de colaboración con la redefinición de sus trabajos para enfatizar esta colaboración y su impacto sobre la organización.
  • Reorientar los jefes para ayudar a guiar y capacitar a los trabajadores, eliminando las barreras en las actividades que surgen de trabajos más complicados y más ambiguos.
  • Dirigir las inversiones tecnológicas a las necesidades cambiantes del trabajo del conocimiento y a los equipos de colaboración, mejorar la movilidad, la facilidad en el uso de datos, las plataformas de colaboración y las aplicaciones personalizadas empezando por las necesidades de los trabajadores y no con imposiciones de arriba hacia abajo.

¿Se ve esto en las empresas?

Espero que los jefes vean en esto la necesidad de fomentar la formación y facilitar las herramientas para que los trabajadores. El camino de mejora de la productividad de la patronal parece ser buscar la facilidad para la reducción de la plantilla, como si aquí fuera difícil despedir, la reducción de salarios, como si en este país se cobrara mucho, y el aumento de las horas, como si en esta tierra se trabajara poco. Se mejora la productividad con lo anterior, como lo mejorarían todas las empresas de mano de obra barata que compiten con las nuestras. Lo cierto es que hay otras formas. ¿Por qué empresas americanas y alemanas que pagan altos salarios no están al alcance de nuestra competencia por mucho que bajemos precios? La tecnología que ellos aplican y el personal altamente cualificado que la maneja nos da la respuesta. Ir a lo de siempre es seguir en un círculo vicioso que nos lleva al fracaso.

lunes, 11 de marzo de 2013

La condición humana y los cajeros de CajaCanarias

Este fin de semana CajaCanarias, o mejor, lo que era CajaCanarias, ha tenido un problema gordo en sus cajeros automáticos dado que no actualizaban los saldos de las cuentas corrientes, después de realizar las diferentes disposiciones de efectivo. Como era de esperar, el rumor corrió por las Islas como la pólvora, recuerden que la caja tiene el mayor número de oficinas y por tanto de cajeros y se formaron colas en cajeros hasta dejarlos prácticamente sin dinero, porque estas máquinas tienen un límite que oscila entre 12.000 y 30.000 euros normalmente.

Este problema ha surgido por la integración de los sistemas de Caja Canarias con La Caixa y según la entidad, este mismo lunes se realizará la actualización de saldos de todos los clientes. El caso es que, mucha gente ha creído en principio que este problema a ellos no les iba a afectar y han corrido raudos y veloces a sacar todo el dinero que les dejara la tarjeta, confiando en que el problema es grave y que en sus cuentas no se verá reflejada en el futuro la retirada de su dinero.

Supongamos que La Caixa y CajaCanarias pueden realizar una actualización correcta de los saldos. Tengamos en cuenta que un cajero automático no deja de ser un ordenador combinado con una máquina expendedora de dinero y que dicho sistema informático local cuenta con las retiradas en efectivo realizadas por cada tarjeta y sus importes. Dado que las tarjetas están vinculadas a una cuenta, lo único que tienen que hacer es volver las disposiciones de efectivo con la base de datos central y asunto arreglado. Otra cosa es que el propio cajero se rompa y se pierda la información en local, si no ha logrado enviarse a los servidores principales de las entidades.

Sobre la autorización de descubiertos, que según algunos clientes tienen que dar por escrito, recordemos que una retirada de efectivo introduciendo un PIN en un cajero es una autorización personal, dado que el código de autorización es personal e intransferible. Es decir, si yo tengo 55 euros en saldo y retiro 50 euros, otros 50 y así sucesivamente hasta el límite de la tarjeta (300 ó 600 euros normalmente), ya estoy autorizando el descubierto, aunque el saldo teórico sea de 50 euros. Por otra parte, las propias cuentas corrientes recogen en sus condiciones de contratación la posibilidad de descubiertos, las comisiones que se cobran y los intereses por dichos saldos acreedores para la entidad.

Por último, una reflexión sobre ética y honradez. Entiendo que todos estamos cabreados por el rescate a los bancos, el tratamiento estricto en el cumplimiento de los contratos de préstamo y las consecuencias de los desahucios o el cobro excesivo de comisiones o tipos de interés. Pero un cabreo generalizado, no debe servir como acicate para convertirnos en delincuentes en potencia, en poner en práctica la frase de ladrón que roba a ladrón, cien años de perdón, dado que esto refleja perfectamente la picaresca española y el carácter fácilmente corruptible que tenemos de manera generalizada.

Si la entidad no consiguiera ajustar saldos, habría sido víctima de un robo, sí, por sus propios errores, pero no deja de ser una sustracción de dinero y doy por hecho que muy pocos acudirían a su entidad a que le actualizaran los saldos. Es el equivalente a que un vecino se dejara la puerta de su casa abierta ¿entrarías a coger sus cosas? Podrías hacerlo y quizá, nadie se enteraría, pero no por eso, serías menos chorizo, en la línea de esos políticos y banqueros corruptos. Harina de otro costal son los límites al latrocinio que tienen banqueros y políticos y los del común de los usuarios de los cajeros.

jueves, 7 de marzo de 2013

El teletrabajo como alternativa razonable

Pese a algunas prohibiciones, como la ocurrida en Yahoo, el teletrabajo ha supuesto un enorme avance en lo que a la mejora de la capacidad organizativa y, por defecto, de la productividad de los trabajadores se refiere. Pese a los teóricos inconvenientes que esta forma de trabajar presenta, fundamentalmente en lo que respecta a la necesidad de fuertes dosis de autodisciplina por parte de sus practicantes y al aislamiento relacional que sufren por no existir ambiente laboral, considero que los pros superan con creces las contras. Veamos los principales:

· El teletrabajador actúa como su propio jefe, lo que le proporciona una gran autonomía para organizar su tiempo de trabajo y mejora considerablemente su productividad.

· Permite la conciliación total de la vida profesional y personal. Al gestionar su tiempo de trabajo, el teletrabajador no se expone a jornadas maratonianas e improductivas de trabajo que pueden acabar por dejarle sin tiempo para relacionarse con sus familiares y amigos, lo cual repercute negativamente en su vida profesional.

· Importante ahorro en costes y espacio para la empresa que lo practica, ya que no necesita de una instalación física determinada en la que tener a sus empleados. Además, al no existir desplazamientos, también supone un ahorro de tiempo y dinero para los trabajadores.

· Permite la expansión geográfica, de forma que una persona de Granada puede trabajar para una empresa de Barcelona desde su propia casa. Las ventajas de esto, tanto para la empresa como para el trabajador, son innumerables ya que desaparecen las barreras de entrada al mercado laboral por motivos geográficos.

En definitiva, mi opinión es que las empresas deberían fomentar en la medida de lo posible el teletrabajo en sus organizaciones. Hay que perderle el miedo a la cultura española de no poder controlar al trabajador y confiar en que una buena remuneración por incentivos contribuirá a sacar lo mejor de cada empleado aunque este esté sentado frente al ordenador desde el salón de su casa. Considero que ir en contra del teletrabajo, hoy por hoy, es ir en contra de la evolución profesional derivada de Internet y de las nuevas tecnologías. Vamos, un atraso.

lunes, 4 de marzo de 2013

Hartos de empresas líderes en el sector

En este sentido, parto una lanza por esta gente que está buscando trabajo y que se enfrenta cada día a ofertas en las que ni siquiera saben a qué departamento de RRHH están enviando su información. Me consta que Infojobs (no sé el resto) comprueba la veracidad de la oferta de trabajo, pero es un despropósito ocultar datos tan básicos como el nombre de la empresa en la que estás interesado trabajar.

Muchas empresas prefieren mantener el anonimato inicial por diversos motivos: opacidad hacia la plantilla actual de trabajadores que pueden apuntar a un remplazo en un puesto de trabajo, que la competencia no sepa los movimientos que realizan o sencillamente para evitar que los centros de trabajo se conviertan en improvisadas oficinas de empleo durante el proceso de selección. A estos motivos, le podemos sumar motivos más variopintos como el hipotético gancho de las propias webs de empleo o la búsqueda de empleados que quieren cambiar de empresa.

A pesar de estas reticencias o problemas, es un error grave ocultar dicha información y más aún, hacerse pasar por lo que realmente no eres, con adjetivos como “empresa líder”, “innovadora” o “con increíble ambiente laboral” cuando en la realidad lo que hay, queda bastante lejos de todo esto y sólo consigue decepcionar a los candidatos que entran en un proceso de selección.

viernes, 1 de marzo de 2013

Retribuciones, una teoría


La retribución de los trabajos va en proporción inversa (por regla general) al esfuerzo físico que conllevan. Se pueden establecer tres escalones retributivos que son razonables: cobrar por hacer, cobrar por saber y cobrar por ser, hasta que se dan casos que ponen en duda que las cosas deban ser así.

Cobrar por hacer

El escalón retributivo más bajo corresponde indefectiblemente a los que hacen las cosas, las hormigas obreras, encargadas de ejecutar las tareas que se les encomiendan y punto. No necesitan saber, pero en cuanto empiezan a saber están preparados para subir en la escala retributiva.
La capacidad para hacer es limitada, hacer cosas lleva un tiempo, cuesta un esfuerzo y ambas cosas tienen límites, el conocimiento amplia esos límites, permite optimizar el trabajo.
Poniendo por ejemplo la construcción, el peón sería el escalón más bajo.

Cobrar por saber

El siguiente gran escalón es el de los que cobran por lo que saben, generalmente también hacen, pero el trabajo que hacen consiste más en supervisar el que hacen otros, se pueden saber muchas cosas y la capacidad para saber cosas es prácticamente ilimitada, no es conocido ningún caso de alguien que haya agotado su capacidad para saber cosas, pero a lo largo del día todo el mundo se agota de hacer cosas. 
Siguiendo con el ejemplo de la construcción, los que cobran por lo que saben van desde el encargado de obra, hasta el aparejador o el arquitecto.

Cobrar por ser

Es el escalón más alto, y a él se accede por medio de lo que has hecho, o lo que sabes hacer o como hacer, en el ejemplo de la obra, un arquitecto puede cobrar por ser el arquitecto y su trabajo (redactar los proyectos, seguir las obras) puede que los realice físicamente alguien de su equipo. este arquitecto cobraría meramente por “ser” arquitecto.
La capacidad para ser, como la de saber, es infinita, más aún si cabe, porque ser algo no lleva tiempo. Ser ama de casa, ser persona, ser presidente, ser deportista, son cosas que además son compatibles (el hecho de serlas no el tiempo para dedicarse a ser) por eso están en el escalón retributivo más alto, sobre todo algunos, como nuestros políticos que son muchas cosas a la vez, porque no necesitan ni saber ni hacer (para eso están secretarios, consejeros….) y pueden ser entre otras cosas una que los demás no solemos poder compatibilizar con otros salarios… “ex-algo”

Cuando falla el sistema

Cuando los que llegan a cobrar por ser, han llegado ahí saltándose algún paso, ni han hecho nunca, ni saben cómo ni que hay que hacer, el ejemplo del arquitecto aquí no sirve, pocos arquitectos llegan a serlo sin al menos saber algo, aunque no hayan hecho nunca nada. Pero hay mucha gente que cobra por ser (se me ocurren algunos nombres que reconoce sin pudor que ni hace ni sabe), y eso pasa con empresarios que llegan a serlo por herencia, sin haber dedicado un minuto a conocer de que va el negocio, delegan en quien sabe, pero no tienen criterio y son fáciles de engañar, porque no saben.