No se yo, pero me da que 2013 será el año de los minijobs.
El desempleo juvenil se ha convertido irremediablemente en uno de los
principales problemas de este país. Mientras que la tasa media en desempleo de
este colectivo ronda el 25 % en Europa, en España esta cifra se eleva hasta un
espeluznante 52 % y roza el 60% en Canarias, síntoma más que evidente de que
algo no hemos hecho bien durante los últimos años.
Si atendemos a los últimos datos proporcionados por los
Servicios Públicos de Empleo, 456.635 jóvenes menores de 25 años figuraban
como parados, cifra que se ha estabilizado en los dos últimos meses, lo cual no
es en absoluto síntoma de mejoría, sino de que hemos tocado fondo en la
destrucción de empleo. Ante este panorama tan desolador, ¿qué opciones tiene el
Gobierno para aportar soluciones?
En mi opinión, el principal problema del desempleo juvenil no es el dato en sí, sino el hecho de que un importante número de jóvenes parados carezcan de formación. Muchos de ellos dejaron los estudios en época de bonanza económica para acceder sin complicaciones a un mercado laboral que ahora los ha expulsado en masa. Recolocar a estos jóvenes en un momento en que las empresas han reducido al mínimo sus plantillas supone un verdadero quebradero de cabeza.
En mi opinión, el principal problema del desempleo juvenil no es el dato en sí, sino el hecho de que un importante número de jóvenes parados carezcan de formación. Muchos de ellos dejaron los estudios en época de bonanza económica para acceder sin complicaciones a un mercado laboral que ahora los ha expulsado en masa. Recolocar a estos jóvenes en un momento en que las empresas han reducido al mínimo sus plantillas supone un verdadero quebradero de cabeza.
Como he señalado al principio, algo me dice que los minijobs
se convertirán en la herramienta que engrane a estos jóvenes con las empresas.
El problema estructural es grave y solucionarlo requiere años de trabajo. Para
el Gobierno será mucho más fácil recurrir al camino rápido: dividir el
número de trabajos existente en el país entre los jóvenes que estén dispuestos
a trabajar. En otras palabras, minijobs.
Nos dirán que es mejor tener un trabajo mediocre remunerado
con 400 o 500 euros mensuales que no tener nada e intentarán convencernos de
que es la mejor fórmula para compaginar trabajos y estudios. Sin embargo, estos
empleos con jornadas laborales reducidas y sueldos irrisorios tirarán por
tierra el sueño de construir una vida para cualquier persona. ¿Se maquillarían
las cifras del paro? Sin duda, pero ¿qué calidad de vida puede tener una
persona cobrando esa miseria?
Pasar del mileurismo al cuatrocientoseurismo no
es la solución. En mi opinión,
deberíamos apostar por fórmulas de contratación más flexibles y eficaces.
Una de las alternativas a barajar podría ser el contrato único indefinido, así
como promover el teletrabajo o invertir todas las energías en políticas activas
de empleo.
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